lunes, 4 de mayo de 2020


En el quirófano

El feriado por el Día del Trabajo, Ecuador pasó con noticias provenientes de las universidades y escuelas politécnicas. Quizá quien lea la primera línea piense que luego de armar un gran equipo académico, con ingentes recursos invertidos, se logró el antídoto para controlar el Covid-19. Pero fue la otra cara de la moneda: ni el equipo, ni la cura. ¿De qué se informó entonces? De la reducción del presupuesto para la educación superior. Sí, reducción del dinero para formar profesionales con valor agregado y afrontar el presente, en medio de la emergencia.

Cuando los procesos de formación del personal dieron resultados y las primeras camadas de doctores y posdoctores llegaron al país, para reemplazar a los docentes extranjeros que aportaron en la academia; cuando los índices de investigación subieron, que eran el Talón de Aquiles, de los centros de educación superior; cuando el nivel mejoró y había estabilidad porque se comprendió, casa adentro, la importancia de unir esfuerzos para ser mejores, llega este golpe al descuido.
Sí, se comprende en la universidad ecuatoriana que la factura que ha pasado la pandemia a la economía nacional es muy alta, pero lo que no se entiende es por qué, la educación que se supone es uno de los sectores principales del país, es violentada de esta manera. Acaso en el gobierno ecuatoriano no hay docentes universitarios y politécnicos que cuando finalicen los encargos, que son momentáneos, deberán volver a las aulas y con qué cara llegarán, o ¿no regresarán?
A Leonidas Iza no se le ha visto estos días, y vaya que hace falta, para que preste sus tractores y les enseñe en el Ministerio de Finanzas a hacer bien las cuentas, como cuando les encaró en las negociaciones para levantar el paro indígena. Se extrañan otros tiempos de liderazgo, de un solo discurso; no se soporta afirmar una cosa y al día siguiente retractarse. Hacia dónde vamos: al quirófano. La Cirugía Mayor anunciada fue al sistema de educación de Ecuador, pero para extirparle sus recursos. 

sábado, 2 de mayo de 2020





Tri-victimización

Quizá habrán escuchado de la victimización, ser víctima una vez; re-victimización, ser víctima dos veces; pero quiero jugar desde mi rol de comunicador a la Tri-victimización y estrenar el término, para referirme a un hecho que, espero igual que a ustedes, motivó mi preocupación.
Antes de entrar en detalles, usaré dos ejemplos (tomados de los análisis discursivos de mi tesis doctoral) para que dimensionen un poco de lo que se trata, y luego iré al grano en tiempo de uso de productos perecibles: Uno, la revista Mensaje órgano de difusión de la Diócesis de Riobamba, edición 22/01/1956, relata la visita del gerente de La Cerámica, Emilio Giraldez (español) al obispo Leonidas Proaño para solicitarle una eucaristía porque no fueron mayores los daños a la planta, en el incendio del 2 de enero del mismo año; el representante legal además solicitó unas palabras de los obreros sobre doctrina social impulsada desde El Vaticano, por el Pontífice León XIII. El relato, escrito por el propio Proaño evidencia que después del acto religioso, Salvador Yumiquinga, el trabajador que se arriesgó para apagar el fuego recibió un cheque (no se cita el monto) como recompensa. Luego las relaciones entre el Gerente y el Prelado se harían más estrechas a tal punto que fue invitado a una mañana deportiva en la que departió con los obreros e incluso se organizó un centro cultural para la familia de la fábrica.
Dos, recuerda un dirigente sindical de la provincia (reservamos su nombre) que en la década del setenta dirigía La Cerámica, Abraham Romero Cabrera que, entre otros cargos fue Diputado, Alcalde, Ministro de Gobierno (…) Enfrentó una declaratoria de paro obrero por la solicitud de un incremento en el salario. También entró en escena el obispo Proaño, quien participó en el diálogo entre las partes. Lo que al inicio fue tensión, al fin alegría; se depusieron actitudes y el pedido de 10 sucres de aumento llegó a 20 sucres gracias a la solidaridad y al compromiso con los obreros.
Dos sucesos quizá insignificantes para ilustrar que cuando se quiere se puede obrar en beneficio de la mayoría, que son los trabajadores, con cuya labor también se aporta a la construcción de la empresa privada y a la consolidación de la economía.
¿Por qué, al inicio me referí a la Tri-victimización? Con el despido de decenas de trabajadores de La Cerámica, empresa que le ha dado mucho a Riobamba, se suceden tres formas de victimización: a) perder el empleo; b) recibir compasión en lugar de interceder para que la situación se enmiende; c) enfrentar el confinamiento por la pandemia ocasionada por el Covid-19, en el desempleo.
Es una Tri-victimización que requiere la mano solidaria de las autoridades nacionales para remediar la situación. Se entiende que la pandemia ha afectado también al sector empresarial privado, que no hay producción y tampoco exportaciones, pero tienen una base sólida que les hace soportar la crisis; los obreros solo dependen de su ingreso.
Es una invitación para meditar y enmendar.

martes, 28 de abril de 2020


Cuál fin de la historia …

Cuando en la década del noventa llegó a mis manos el libro de Fukuyama que anunciaba: El fin de la historia, lo primero que rondó la cabeza era que la humanidad se extinguiría y que todas las predicciones de Nostradamus se cumplirían. Entonces para qué continuar. Los estudiosos del marketing y de la publicidad saben que un título vendedor garantiza que se agote el tiraje. No lo he pasado por alto, y casi treinta años después de su aparición, continúo hojeándolo en busca de un detalle nuevo que genere incertidumbre. No lo he hallado. Confieso que, tampoco fue descabellada la idea de que conglomerados extraterrestres lleguen a conquistarnos y la humanidad sucumbiera. Idea cercana a las pelis de Steven Spielberg. Sin embargo, no me dejaba dormir el cavilar sobre qué haría al otro lado y cómo sería la nueva vida, si es que llegaba.
Más adelante, profundizando lo que Fukuyama nos advertía, entendí que la historia como tal no terminaría, que los humanos seguiríamos en pie, aunque matándonos los unos a los otros, pero en pie. Iniciando guerras lejos de nuestras fronteras; reforzando otros ejércitos como si fuesen equipos de fútbol para partidos de exhibición; descubriendo nuevos virus en laboratorio que se irían de las manos y generarían epidemias, pandemias, muerte, desolación (…); las naciones poderosas y sus organismos multilaterales entregando créditos con recetas incumplibles; financiamiento a gobiernos autoritarios con sus habitantes pero sumisos con las potencias; el péndulo interminable en el precio del barril del petróleo que daba oxígeno una época o lo quitaba en otra.
Para ese entonces, el Muro de Berlín había caído y la Alemania ya estaba reunificada; la Perestroika que restructuraba el sistema económico de la ex Unión Soviética había dejado al mundo con la boca abierta. ¡Increíble pero cierto! El reino de la Geopolítica empezó a tender sus tentáculos e intentaba solucionarlo todo por dos vías: la diplomática o la fuerza; enviando delegaciones oficiales o convoyes con soldados; la débil o la fuerte, la decisión estaba siempre en las mismas manos. No sé si Fukuyama pensó en eso. Creo que no y resultará antojadiza la propuesta para muchos, pero ese fin de la historia a más de uno le provocaba insomnio.
Cuál era el argumento de Fukuyama: la razón científica y el reconocimiento de los otros, motivaría el fin de la historia, con sus bemoles. Y empezó como si fuera sal y pimienta que se le echa a la sopa, a ser utilizado el término liberalismo, en todas las sopas cotidianas, en las discusiones de alto y bajo nivel, en los espacios de reflexión, oración y de descanso. Liberalismo: en los países pobres sonaba a culmen de la opresión nacional o extranjera, de la explotación del hombre por el hombre; en Latinoamérica se escuchaba como las gestas contra la dictadura contra de los Batista, Somoza, Pinochet, Stroessner, Videla. Nuevos Castro, Che Guevara, Oscar Romero, Farabundo Martí, Víctor Jara llegarían investidos de liderazgo para liberar a sus pueblos. En Brasil, Lula y el Partido de los Trabajadores. En Bolivia, Evo y los trabajadores cocaleros. En Ecuador, la propuesta coincidió con los levantamientos indígenas luego de un proceso de casi cuatro décadas que empezaron con la instrucción de la gente de las comunidades, pero que, finalmente ellos se traicionaron o se alienaron mal en los apoyos políticos y fueron esclavizados de otra manera.
Para Fukuyama, el fin de la historia tendría dos tintes: uno, la razón científica, desde mi perspectiva motivaría conocimiento para generar bienestar y para ganar armonía; para encontrar la cura para enfermedades como el cáncer; para derrotar al SIDA que ya estaba en lo social; para impulsar la agricultura limpia y derrotar al hambre mundial; para acercarnos más al prójimo y llevarle alegrías. La propuesta se desvió: la creación de nuevas armas de destrucción masiva, implementos para el espionaje y la escucha, otras formas de esclavitud, hicieron crecer la economía, nuevamente del primer mundo; los tercermundistas, a la cola, explotados como siempre y sin terminar de entender. Dos, la voluntad de reconocimiento: y claro, con un importante incremento del capitalismo y del individualismo; los mismos en la punta de la pirámide gozando de los privilegios y la mayoría en la base aplastados por las decisiones.
En la calle, Marta Julia, tiene su propia versión del fin de la historia
-Es dejar de morir un poco, de sufrir menos, de que mis ocho hijos puedan ir a la escuela, que mi marido pueda trabajar dignamente y que yo, me dé la vuelta para sobrevivir.
Entonces, no le echen la culpa al pobre Fukuyama del fin que nunca llegó. Ni le digan que vaticinó la tragedia. El fin de la historia escrito por otras manos e ideado por otras mentes lo estamos viviendo hoy, con el Covid-19.
-¿No tienen esa misma percepción?
Lo que parecía una epidemia controlable en Asia se convirtió en una pandemia incontrolable para el mundo. Ya son millones de contagios y cientos de miles los muertos, todavía no hay la vacuna, están trabajando en ello. Los tiempos de la unidad y de abrir fronteras, abruptamente quedaron atrás; debieron blindar sus espacios aéreos, marítimos y terrestres. Nadie entra y nadie sale; menos si proviene de los países con altos niveles de contagio. Entonces, se cerraron los aeropuertos a pesar de tener miles de pasajeros varados, esperando con desesperación un vuelo para regresar a casa.
Lo que fueron acaloradas discusiones, al inicio, se volcó en retroceso y enmienda, después; las diferencias irreconciliables en política, por arte de magia encontraron una salida y los radicales depusieron actitudes. Argumentaban
-Todos debemos cooperar
La factura se la pasarán al final de la pandemia que será en un par de años cuando todo se haya estabilizado y volvamos a juntarnos. Y mientras eso ocurre, describamos crudamente nuestro fin de la historia:
Nunca, ni en la peor de las guerras los hospitales y salas de terapia intensiva colapsaron; no es un secreto que hubo que privilegiar la vida de unos y la muerte de otros; los materiales sanitarios (mascarillas, guantes, batas, gorros, zapatos) se agotaron; el alcohol antiséptico es un bien preciado para unos pocos que lograron abastecerse, mientras otros miraban con impotencia como el último de la percha fue retirado por otra persona.
Jamás, en los gobiernos autoritarios y en las dictaduras más crueles, toda la gente tuvo que hacer colas masivas para comprar alimentos; filas inhumanas, a la intemperie: soportando el intenso calor o la pertinaz lluvia; horarios para comprar comida y llenar la barriga de los más pequeños u de los ancianos que como siempre son los más vulnerables. Y al final de horas de espera, las puertas se cerraron porque el toque de queda empezaba en una hora y los empleados que también tienen familia, debían ir a casa. Volver con las manos vacías, otro día de padecimiento.
Impensable, ni siquiera los excesos en la Segunda Guerra Mundial con la estigmatización a los judíos son comparables con lo que ocurre: todos debemos llevar un identificativo para poder salir (salvoconducto, mascarilla, guantes, gorro), sino multa y a prisión. Preferible #Quédate en casa y evita la propagación. Y al menos, estas medidas se mantendrán a mediano plazo.
Increíble, agotadas las pruebas rápidas, no sabemos quién es portador y quién no; y eso a todos nos hace vulnerables.
Penoso, muertos por cientos esperando un sepelio digno. Ni las lágrimas y menos el dolor de los familiares removieron corazones porque la capacidad de los cementerios se desbordó. Y lo más digno para el descanso del cuerpo fatigado por la pandemia, quizá sea una fosa, con la promesa de entregar a los deudos la ubicación del su pariente fallecido, cuando todo haya terminado. ¡Qué cruel..!
Maldición, la caída en picada del precio del barril del petróleo causó pánico en las economías que dependen de su venta para financiar la economía. Cotización en negativa, primera vez en la historia, hecho nunca visto ni en las peores recesiones. Anuncio de despidos masivos y reducción de salarios; muchas palabras y pocas ideas de los gobernantes para hallarle una salida al tema.
De las otras, también hay, solidaridad y aplauso. Para quienes despojados de intereses personales llevan ayuda a quienes menos tienen; y para los trabajadores de los servicios sanitarios que aun arriesgándose no dejar sin atención a ninguna persona. Con traje de héroe y heroínas.
Y así, mientras anochece al otro lado del mundo, a miles de kilómetros, en un continente que quizá jamás pisaré, duermen tranquilamente miles de millones de personas, confiadas en que para ellos todo terminó, mientras nosotros sufrimos el día a día, de algo que no provocamos y todavía no sabemos las reales consecuencias.
En las calles el fin de la historia se presentará cuando el aislamiento termine y otra vez, la gente salga para vender sus agua de coco, rodajas de piña, de sandía y de papaya, agua helada, jugo de coco y naranja, gaseosas, dulces, fundas de la basura, música en mp3, ropa deportiva, gafas, lotería; los limpiadores de parabrisas reunificarán su ejército y en cada esquina te pedirán unas moneas a cambio de su trabajo; la chica de los maduros asados pasará cerca de tu puerta ofreciéndoles y el olor quedará varios minutos después que se fue.
O, quizá no sea el fin de la historia porque los seres humanos somos tercos y nos sobrepondremos, pero sí es un llamado de atención para cambiar el giro del planeta. A tomar en serio este anuncio, caso contrario no podremos cumplir el sueño de viajar por el espacio y pisar otros planetas, despajar la duda si en marte hay habitantes o no, saber si los destellos que vemos en el cielo son naves espaciales o tenemos que limpiar los cristales de nuestras gafas, no podremos abrazarles cuando nuestros hijos se gradúen o levantar en brazos a los nietos.  Seamos parre de la prolongación de la historia.

(Propiedad de Julio Bravo Mancero)

domingo, 26 de abril de 2020

ANKAYLLI de los medios


EL PAÍS, España
https://elpais.com/

The New York Times, EEUU
https://www.nytimes.com/es/

CORRIERE DELLA SERA, Italia
https://www.corriere.it/?refresh_ce-cp

LE MONDE, Francia
https://www.lemonde.fr/

EL COMERCIO
https://www.elcomercio.com/

EL UNIVERSO
https://www.eluniverso.com/



Alfabetizado a los cincuenta

De pronto, pasamos de estar en medio de los chicos y de los grandes, entre libros, reuniones y registro biométrico, a permanecer confinados en casa. Las bibliotecas hoy están más silenciosas que nunca. En los despachos de los profesores habrá tristeza. Las escaleras y los pasillos, los callejones, las callejuelas, los arcos, las salas de espera, las canchas deportivas, las piscinas, los auditorios, las salas de cine, lloran de soledad. No se escucha una sola risa y tampoco una palabrota fuera de lugar, acompañada por el gesto inoportuno de los chicos que siempre quieren justificar lo que dijeron y que ya se llevó el viento. Hacia dónde, no lo sabremos; pero, eso incluso extrañamos. El Tetón no retumba ni roba carcajadas.
Y nos hemos empezado a acostumbrar a esta nueva vida; entre despertarse y desayunar, registrar la asistencia on line, acudir a reuniones por Zoom o Times que se han convertido en alegría para mirar a los que están lejos. Los beneficios: los encuentros, por tiempo y permisos, son más cortos. Las agendas más productivas. Casi, casi tienes que contar tus palabras para que la hora que te asignaron no se termine, sin tratar eso que motivó el contacto. Y cuando falta un minuto y todavía no has ingresado, te gana la desesperación, no en vano eras el primero en llegar a las sesiones presenciales y hoy la tecnología te lo impide. Siempre andas con una libreta en tu escritorio, llena de anotaciones que no sabes para que te servirán; te pregunta algo, la anotación no la hallas por ningún lado. No importa, sigues escribien y te dices.
-Durante los últimos meses estoy recuperando mi letra;
Y, preguntas
-¿Cuánto hace que no habías escrito tanto?
Pasamos más tiempo frente al computador y al móvil; entregando información y recibiéndola; renegando por una que otra cosa fuera de lugar, envidada por aquellos que nunca hicieron lo que haces; que viven de la burocracia, ordenan desde su escritorio; de quienes jamás se quedaron sin saliva en medio de una clase o dijeron:
–Mijo, tráeme una Coca Cola heladita, para inspirarme
Y, sin embargo, ellos se toman algunas licencias. Y te dices:
-Qué hagan ellos a ver si pueden …
Pero terminas haciendo la tarea
Miras a tus hijos correr por los pasillos; jugar al fútbol haciendo arco en la puerta de la sala; se sienten Cristiano Ronaldo, William, Messi o Antonio Valencia; gambetean sillas, sillones, esquineros, mesas de centro, hacen pared con el frigo, con la columna del comedor y procuran no bajarse las lámparas, los floreros o quebrar un cristal. Y, tú, lidiando con la tecnología, alfabetizándote casi a los cincuenta; preocupado porque la plataforma no te permite incrustar el documento o la conexión es tan lenta que no carga y el tiempo se te va.
–No podré entregar la primera unidad acabada con actividades de docencia, aprendizaje práctico o autónomo; me llegará la notificación de que no cumplí.
Los minutos pasan y cuando está por completarse el envío y tu incertidumbre casi termina, el silencio es interrumpido como en San Mamés, Municipal de Anoeta, Santiago Bernabéu, Camp Nou, Monumental de Rosario, La Bombonera, Maracaná, Azteca, Nacional de Francia, Atanasio Girardot, Nacional de Lima, Hernando Siles de La Paz, Atahualpa o Rodrigo Paz Delgado, por el grito contenido de gol; del susto, saltas del sillón en el que estabas cómodamente sentado y miras como se apaga el ordenador. Tus hijos se abrazan por la anotación y te das cuenta que pegaron en el cable del cargador que recién lo habías enchufado y las dos horas de trabajo, al tacho de basura. Volver a empezar la actividad casi como el equipo contrario que tiene que sacar la pelota del centro del campo para tratar de empatar.
-¡Qué bestia..! Golazo del Athletic, la Real, el Real, el Barcelona, Liga de Quito, de cualquier equipo. Golazo también a tu aula virtual.
Cuando la efervescencia de partido termina y los jugadores se fueron a los vestuarios, toman una ducha y la casa-estadio quedó casi vacío, solo se escucha los comentarios de los periodistas, otra vez, te enfrentas a la cruel realidad: estás en desventaja con la tecnología y tienes que a la brevedad aprovechar el tiempo dedicado por el George a producir los tutoriales y no complicarte. Cuestión de aulas virtuales, de aprendizaje en línea, de sincrónico o asincrónico, de foros, chats, tareas, url, consultas, glosarios, wikis, plataforma Moodle, teletrabajo, de link para el registro de asistencia, de cumplir metas, de relajarte y empezar a disfrutar de lo que haces, porque el #Quédate en casa va para largo.
Te consuelas:
-Lo voy a lograr; tengo que aprender;
Respiras y sigues horas y horas en el ordenador
En un momento de claridad reflexionas: si en las décadas del sesenta y setenta, los indígenas fueron alfabetizados por Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador, proyecto impulsado por Leonidas Proaño, por qué, tú que estudiaste a quien hizo patria en las alturas del Chimborazo, no podrás conseguirlo con estas herramientas amigables. Total, solo tienes que seguir las instrucciones del George. A propósito del proceso de alfabetización en Ecuador, fueron tiempos difíciles en los que la educación radiofónica les devolvió la vista o les hizo crecer las piernas a los indios a través de la lectura y de la escritura. Un receptor de radio, una lámpara, el material del apoyo, la sala de la casa comunal, la sacristía o cualquier rincón, fueron las aulas para impartir las primeras letras; y el respaldo de los auxiliares educativos, de los encargados de producir los guiones (experiencia cercana mi papá y mi mamá los hacían), carteles, guías de estudio, etc. Y lo lograron.
-Y, podré también hacerlo
Te cuestionas, la calentura se te va; finalmente terminas la tarea, te das cuenta que también eres uno de los indios pero en esta época y estás siendo alfabetizado digitalmente, casi medio siglo después de que naciste; si no lo has notado ya sabes producir vídeos, tienes destreza para seleccionar lecturas para los chicos, enlazas el aula con las bases de datos, produces podcasts acordándote de tus inicios en la radio, desempolvaste Freemind y Cmpas y no harás trampa con las láminas de ppt, dedicándole la clase en el karaoke académico a tus alumnos; te mueves como pececillo en el rio del YouTube, Anchor, Spotify, Audacity, Phtoscape; creaste tu blog; eres diestro, ya abriste plaza e hiciste el paseíllo en la Monumental Raúl Dávalos de Riobamba, dominas el capote, las banderillas y la muleta, entras a matar y no pinchas hueso al bicho culicagado Miura que te ha tocado, primero de tu lote, gracias a las clases de Zoom o de Microsoft Teams; si estás dando la pinta de El July, El Fandi, Enrique Ponce, Manzanares, Roca Rey.
Estás listo para el Giro, para el Tour o para la Vuelta. Ya eres todo un Richard Carapaz o un Nairo Quintana. Juegas tenis, nadie puede devolver la bola de tu saque porque tienes la zurda de Nadal; jamás das ventaja como Djokovic o Federer.
Alfabetizado digitalmente, ya no te paran. Te Quedaste en casa y valió la pena tu esfuerzo pensando en los jóvenes que irán a tus cátedras. 

(Propiedad de Julio Bravo Mancero)

sábado, 25 de abril de 2020


#Quédate en casa y a resistir…

El último año había pasado sin sentirlo. Con ideas claras. El trabajo estaba divido hasta en tres frentes de obra: uni, tesis, lectura; sin contar familia y colegio de mis hijos. Entre idas y venidas se fue 2019 y se presentaba un promisorio 2020. El año de la realización y el año de la culminación de los estudios que había empezado. ¡Tanto había esperado! ¡Tanto había crecido! ¡Tanto había leído! ¡Tanto había reflexionado! ¡Tanto había escrito! ¡Tanto había corregido! Que, de Tanto hacerlo, el tiempo se fue y otra vez estaba en el umbral del abrazo en la Noche Vieja y en el deseo de parabienes a los míos y a los amigos, para empezar con pie derecho el Nuevo Tiempo. El Nuevo tiempo llegó con seis horas de anticipación en la Península y envíe por móvil mis sentimientos de cariño a los chavales que viven del otro lado del Charco. Recibí sus buenas vibras y mi corazón saltó de alegría.
Como un suspiro pasó la primera semana del Año de los Gemelos, como escribió Nostradamus. No había pensado en esa coincidencia, los gemelos 20 y 20; y, tampoco que quizá mi matrimonio era uno de ellos. Este año cumplo también 20 de casado. ¡Otra coincidencia! Las estrellas del cielo de mi vida parecen alinearse: si me casé en 2000 y este año cumplo 20 … ahí está, 2020. ¡Genial!
Ya para esos días, el mundo empezaba a sacudirse por el Covid-19 que, había iniciado en China, dijeron por la tele; en un país que la mayoría de nosotros no lo conocemos y solo lo referenciamos por la cantidad de habitantes, su Gran Muralla o la voracidad de las actividades comerciales y de expansión. Y, para ser franco, no le di mucha atención porque me centraba en los proyectos académicos y familiares que hoy están en suspenso. Más los académicos. Pronto llegará el fin del camino. Así se fue el uno de los 12 y algo se complicaba. Las dos primeras semanas del 02 del 2020, otra coincidencia por la coincidencia de los dígitos, ya Europa despertaba a la realidad y asistíamos, gracias a las cadenas internacionales o a la internet, en primera fila al enorme escenario de propagación e infección, y muy pronto al pánico por lo que pasó de una enfermedad a la pandemia. No había familia en Italia o España que no tuviera uno de los suyos con los síntomas o enfermo. Las buenas nuevas ahora eran malas nuevas; cada contacto por móvil gracias a la bendición del wasap no sabíamos lo que nos traería.
Los noticieros traían historias de angustia, de dolor, de desesperación y de caos. Los centros de atención médica empezaban a llenarse. Bérgamo, Roma, Madrid, Barcelona (…) Y, fue solo entonces, al terminar el segundo mes y empezar el tercero que el mundo dimensionó la dura realidad que nos esperaba. La decisión no tardó, emulando a los chinos que no concluían su crisis; había que aislar a la población. Y así nació la frase emblema: #Quédate en casa que, ahora es la más pronunciada por todos y en todos los canales. La peli se interrumpe y aparece la gran actriz y te recomienda #Quédate en casa; estás metido en tu música favorita en YouTube, y en la transición de una canción a la otra sale: #Quédate en casa.
Que nos quedáramos en casa; que no fueran a los trabajos; que los niños y jóvenes asistieran a la escuela, al cole o a la uni, por móvil o por computadora; que los maestros dejaran la camisa y la corbata, el auto y las avenidas, el reloj biométrico para registrar la entrada y la salida, la plataforma para llenar el avance académico, la pizarra y los marcadores, el proyectos y las láminas; que los trabajadores se iniciaran en el Teletrabajo, sin algunos tener una pisca de conocimiento tecnológico, porque son de una época distinta; que en casa, se alinearan a la perfección: Teletrabajo, clases, limpieza de la casa y cocina. Descubrimos que sí podíamos hacer todas esas cosas juntas, en el menor tiempo posible y empezamos a vivir otra vida.
Como si fuera sencillo, #Quédate en casa…, todos los días confinado mirando por la ventana el paso de las hojas que caen de los árboles o los papelitos que vuelan de un lugar a otro por el viento que tiene privilegio para andar por los rincones de las calles y moverse como le dé la gana. #Quédate en casa, no recuerda y ansío salir a compartir con los amigos que, se quedaron paralizados, igual que dos estatuas de sal, aguardando la fecha para la final de la Copa del Rey (el Athletic versus la Real), tomarse unas cañas, darse un abrazo y sea cual fuere el resultado disfrutar… De todos modos, solo es fútbol … Acá, en mi país, lejano los ibéricos pero cercanos en e corazón: mi equipo espera jugar su partido suspendido para seguir siendo líder de la Liga y clavarnos un nuevo título.
No es sencillo #Quédate en casa, y mientras eso ocurre, me halaga que se puso de moda la canción que me gustaba tanto. Resistiré. Apareció durante 1988, en el segundo disco de acetato grabado por el Dúo Dinámico (Manuel de la Calva y Ramón Arcusa). Carlos Toro y De la Calva compusieron este tema guiados por una frase de Camilo José Cela “El que resiste gana”. La emergencia sanitaria en el mundo la puso, otra vez en escena. En España, la Comunidad de Madrid lo acogió y fue pólvora que reventó todo a su paso. Ahora lidera la lista de descargas en todas las plataformas. Todos dicen Resistiré y no se acuerdan la procedencia; en 2002, otra coincidencia de dígitos, la grabó Estela Raval y los Cinco Latinos; dos años después el merenguero dominicano Toño Rosario, nos puso a bailar con ella; pero la versión que más me agrada es la de Gianfranco Pagliaro (+), hoy me emociona más; casi casi un himno.
Ese tema, durante mis últimos tres años, ha sido también el emblema de vida: resistí y gané; espero que ocurra lo mismo en el mundo, con una dosis de confianza y reconocer lo hermoso que es caer, para levantarse a una nueva vida.
Y mientras pasa: #Quédate en casa y a resistir…

(Propiedad de Julio Bravo Mancero)

viernes, 24 de abril de 2020


23F, 13 maldito, Feliz Cumple ...

Pandemia en el mundo. Los avisos llegaban por radio, tele, redes sociales, conversaciones con los amigos, sobremesa (…) Ojalá no nos llegue, decíamos. –Improbable, es solo para Asia y Europa-. Basta con cerrar nuestras fronteras y listo. Ni el virus ni nadie entrará.
¿Premonición o qué? 23F, primer caso positivo en Ecuador. Los medios se hicieron Ankaylli (Eco). En Guayas, decían; en Babahoyo, señalaban. Y un viento helado comenzó a recorrer nuestro cuerpo. Domingo, otro 23F recuerdo de la primera gran derrota del gobierno de Rafael Correa en las seccionales. Otra vez, viento helado, acompañado por la piel de gallina. Ese día cumplí 49 años y la familia me regocijaba con su cariño. 49 años. El día de mi ‘Cumple’ el Covid-19 llegó al país; ya tenemos una persona enferma. 49 años, ¿qué significado tiene? Para los supersticiosos la suma de los dos dígitos da 13; 13, el número maldito, 13 la cifra de la muerte, 13 la cifra de la destrucción.
Como la mayoría, le prestamos importancia, pero creo que no la suficiente, hasta que los casos empezaron a reventar ‘como canguil’. Las siguientes semanas, las actividades continuaban en medio de la cotidianidad. Desde China llegaban imágenes de enormes monstruos de cemento en medio de avenidas vacías. Asepsia en hospitales que desbordaban su capacidad para atender el impresionante número de contagios. Y, nosotros acá nos manteníamos: –Improbable, es solo para Asia y Europa-.
Poco a poco, nuestra rutina fue cambiando. Pegamos la mirada a la tele, el oído a la radio o los dos ojos al móvil para ‘enterarnos’. Algo estaba ocurriendo, como las nubes negras que avisan una tormenta. El viento soplaba y las dirigía a nuestras ciudades; soplaba y poco a poco iba metiéndose en la geografía. Antes que diera un mes del primer caso confirmado, ya la oscuridad de la pandemia había cubierto el mar, los ríos, las montañas, los volcanes que lucen mansos frente a la voracidad del virus. ¡Nada lo asusta…! Los asustados fuimos nosotros o todavía lo somos. Enarbolamos banderas y compartimos un solo grito que se transformó en universal #Quédate en casa.
Una semana y media después, la vida nos cambió. Cuántos niños y jóvenes renegaban por ir a la escuela, al colegio, a la uni. Los más grandes al trabajo. Hoy nadie puede acudir para aprender y encontrarse con los amigos, con las amiga.
Cómo los extrañamos

(Propiedad de Julio Bravo Mancero)


Su preferencia