sábado, 25 de abril de 2020


#Quédate en casa y a resistir…

El último año había pasado sin sentirlo. Con ideas claras. El trabajo estaba divido hasta en tres frentes de obra: uni, tesis, lectura; sin contar familia y colegio de mis hijos. Entre idas y venidas se fue 2019 y se presentaba un promisorio 2020. El año de la realización y el año de la culminación de los estudios que había empezado. ¡Tanto había esperado! ¡Tanto había crecido! ¡Tanto había leído! ¡Tanto había reflexionado! ¡Tanto había escrito! ¡Tanto había corregido! Que, de Tanto hacerlo, el tiempo se fue y otra vez estaba en el umbral del abrazo en la Noche Vieja y en el deseo de parabienes a los míos y a los amigos, para empezar con pie derecho el Nuevo Tiempo. El Nuevo tiempo llegó con seis horas de anticipación en la Península y envíe por móvil mis sentimientos de cariño a los chavales que viven del otro lado del Charco. Recibí sus buenas vibras y mi corazón saltó de alegría.
Como un suspiro pasó la primera semana del Año de los Gemelos, como escribió Nostradamus. No había pensado en esa coincidencia, los gemelos 20 y 20; y, tampoco que quizá mi matrimonio era uno de ellos. Este año cumplo también 20 de casado. ¡Otra coincidencia! Las estrellas del cielo de mi vida parecen alinearse: si me casé en 2000 y este año cumplo 20 … ahí está, 2020. ¡Genial!
Ya para esos días, el mundo empezaba a sacudirse por el Covid-19 que, había iniciado en China, dijeron por la tele; en un país que la mayoría de nosotros no lo conocemos y solo lo referenciamos por la cantidad de habitantes, su Gran Muralla o la voracidad de las actividades comerciales y de expansión. Y, para ser franco, no le di mucha atención porque me centraba en los proyectos académicos y familiares que hoy están en suspenso. Más los académicos. Pronto llegará el fin del camino. Así se fue el uno de los 12 y algo se complicaba. Las dos primeras semanas del 02 del 2020, otra coincidencia por la coincidencia de los dígitos, ya Europa despertaba a la realidad y asistíamos, gracias a las cadenas internacionales o a la internet, en primera fila al enorme escenario de propagación e infección, y muy pronto al pánico por lo que pasó de una enfermedad a la pandemia. No había familia en Italia o España que no tuviera uno de los suyos con los síntomas o enfermo. Las buenas nuevas ahora eran malas nuevas; cada contacto por móvil gracias a la bendición del wasap no sabíamos lo que nos traería.
Los noticieros traían historias de angustia, de dolor, de desesperación y de caos. Los centros de atención médica empezaban a llenarse. Bérgamo, Roma, Madrid, Barcelona (…) Y, fue solo entonces, al terminar el segundo mes y empezar el tercero que el mundo dimensionó la dura realidad que nos esperaba. La decisión no tardó, emulando a los chinos que no concluían su crisis; había que aislar a la población. Y así nació la frase emblema: #Quédate en casa que, ahora es la más pronunciada por todos y en todos los canales. La peli se interrumpe y aparece la gran actriz y te recomienda #Quédate en casa; estás metido en tu música favorita en YouTube, y en la transición de una canción a la otra sale: #Quédate en casa.
Que nos quedáramos en casa; que no fueran a los trabajos; que los niños y jóvenes asistieran a la escuela, al cole o a la uni, por móvil o por computadora; que los maestros dejaran la camisa y la corbata, el auto y las avenidas, el reloj biométrico para registrar la entrada y la salida, la plataforma para llenar el avance académico, la pizarra y los marcadores, el proyectos y las láminas; que los trabajadores se iniciaran en el Teletrabajo, sin algunos tener una pisca de conocimiento tecnológico, porque son de una época distinta; que en casa, se alinearan a la perfección: Teletrabajo, clases, limpieza de la casa y cocina. Descubrimos que sí podíamos hacer todas esas cosas juntas, en el menor tiempo posible y empezamos a vivir otra vida.
Como si fuera sencillo, #Quédate en casa…, todos los días confinado mirando por la ventana el paso de las hojas que caen de los árboles o los papelitos que vuelan de un lugar a otro por el viento que tiene privilegio para andar por los rincones de las calles y moverse como le dé la gana. #Quédate en casa, no recuerda y ansío salir a compartir con los amigos que, se quedaron paralizados, igual que dos estatuas de sal, aguardando la fecha para la final de la Copa del Rey (el Athletic versus la Real), tomarse unas cañas, darse un abrazo y sea cual fuere el resultado disfrutar… De todos modos, solo es fútbol … Acá, en mi país, lejano los ibéricos pero cercanos en e corazón: mi equipo espera jugar su partido suspendido para seguir siendo líder de la Liga y clavarnos un nuevo título.
No es sencillo #Quédate en casa, y mientras eso ocurre, me halaga que se puso de moda la canción que me gustaba tanto. Resistiré. Apareció durante 1988, en el segundo disco de acetato grabado por el Dúo Dinámico (Manuel de la Calva y Ramón Arcusa). Carlos Toro y De la Calva compusieron este tema guiados por una frase de Camilo José Cela “El que resiste gana”. La emergencia sanitaria en el mundo la puso, otra vez en escena. En España, la Comunidad de Madrid lo acogió y fue pólvora que reventó todo a su paso. Ahora lidera la lista de descargas en todas las plataformas. Todos dicen Resistiré y no se acuerdan la procedencia; en 2002, otra coincidencia de dígitos, la grabó Estela Raval y los Cinco Latinos; dos años después el merenguero dominicano Toño Rosario, nos puso a bailar con ella; pero la versión que más me agrada es la de Gianfranco Pagliaro (+), hoy me emociona más; casi casi un himno.
Ese tema, durante mis últimos tres años, ha sido también el emblema de vida: resistí y gané; espero que ocurra lo mismo en el mundo, con una dosis de confianza y reconocer lo hermoso que es caer, para levantarse a una nueva vida.
Y mientras pasa: #Quédate en casa y a resistir…

(Propiedad de Julio Bravo Mancero)

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