Alfabetizado a los cincuenta
De pronto, pasamos
de estar en medio de los chicos y de los grandes, entre libros, reuniones y
registro biométrico, a permanecer confinados en casa. Las bibliotecas hoy están
más silenciosas que nunca. En los despachos de los profesores habrá tristeza. Las
escaleras y los pasillos, los callejones, las callejuelas, los arcos, las salas
de espera, las canchas deportivas, las piscinas, los auditorios, las salas de
cine, lloran de soledad. No se escucha una sola risa y tampoco una palabrota
fuera de lugar, acompañada por el gesto inoportuno de los chicos que siempre
quieren justificar lo que dijeron y que ya se llevó el viento. Hacia dónde, no
lo sabremos; pero, eso incluso extrañamos. El Tetón no retumba ni roba carcajadas.
Y nos hemos empezado
a acostumbrar a esta nueva vida; entre despertarse y desayunar, registrar la
asistencia on line, acudir a
reuniones por Zoom o Times que se han convertido en alegría
para mirar a los que están lejos. Los beneficios: los encuentros, por tiempo y
permisos, son más cortos. Las agendas más productivas. Casi, casi tienes que
contar tus palabras para que la hora que te asignaron no se termine, sin tratar
eso que motivó el contacto. Y cuando falta un minuto y todavía no has
ingresado, te gana la desesperación, no en vano eras el primero en llegar a las
sesiones presenciales y hoy la tecnología te lo impide. Siempre andas con una
libreta en tu escritorio, llena de anotaciones que no sabes para que te
servirán; te pregunta algo, la anotación no la hallas por ningún lado. No
importa, sigues escribien y te dices.
-Durante los
últimos meses estoy recuperando mi letra;
Y, preguntas
-¿Cuánto hace que
no habías escrito tanto?
Pasamos más tiempo
frente al computador y al móvil; entregando información y recibiéndola;
renegando por una que otra cosa fuera de lugar, envidada por aquellos que nunca
hicieron lo que haces; que viven de la burocracia, ordenan desde su escritorio;
de quienes jamás se quedaron sin saliva en medio de una clase o dijeron:
–Mijo, tráeme una
Coca Cola heladita, para inspirarme
Y, sin embargo, ellos
se toman algunas licencias. Y te dices:
-Qué hagan ellos a
ver si pueden …
Pero terminas
haciendo la tarea
Miras a tus hijos
correr por los pasillos; jugar al fútbol haciendo arco en la puerta de la sala;
se sienten Cristiano Ronaldo, William, Messi o Antonio Valencia; gambetean
sillas, sillones, esquineros, mesas de centro, hacen pared con el frigo, con la
columna del comedor y procuran no bajarse las lámparas, los floreros o quebrar
un cristal. Y, tú, lidiando con la tecnología, alfabetizándote casi a los
cincuenta; preocupado porque la plataforma no te permite incrustar el documento
o la conexión es tan lenta que no carga y el tiempo se te va.
–No podré entregar
la primera unidad acabada con actividades de docencia, aprendizaje práctico o
autónomo; me llegará la notificación de que no cumplí.
Los minutos pasan
y cuando está por completarse el envío y tu incertidumbre casi termina, el
silencio es interrumpido como en San
Mamés, Municipal de Anoeta, Santiago Bernabéu,
Camp Nou, Monumental de Rosario, La Bombonera, Maracaná, Azteca, Nacional de
Francia, Atanasio Girardot, Nacional de Lima, Hernando Siles de La Paz,
Atahualpa o Rodrigo Paz Delgado, por el grito contenido de gol; del susto, saltas
del sillón en el que estabas cómodamente sentado y miras como se apaga el
ordenador. Tus hijos se abrazan por la anotación y te das cuenta que pegaron en
el cable del cargador que recién lo habías enchufado y las dos horas de
trabajo, al tacho de basura. Volver a empezar la actividad casi como el equipo contrario
que tiene que sacar la pelota del centro del campo para tratar de empatar.
-¡Qué bestia..!
Golazo del Athletic, la Real, el Real, el Barcelona, Liga de Quito, de
cualquier equipo. Golazo también a tu aula virtual.
Cuando la
efervescencia de partido termina y los jugadores se fueron a los vestuarios,
toman una ducha y la casa-estadio quedó casi vacío, solo se escucha los
comentarios de los periodistas, otra vez, te enfrentas a la cruel realidad: estás
en desventaja con la tecnología y tienes que a la brevedad aprovechar el tiempo
dedicado por el George a producir los
tutoriales y no complicarte. Cuestión de aulas virtuales, de aprendizaje en
línea, de sincrónico o asincrónico, de foros, chats, tareas, url, consultas,
glosarios, wikis, plataforma Moodle, teletrabajo, de link para el registro de
asistencia, de cumplir metas, de relajarte y empezar a disfrutar de lo que haces,
porque el #Quédate en casa va para
largo.
Te consuelas:
-Lo voy a lograr;
tengo que aprender;
Respiras y sigues
horas y horas en el ordenador
En un momento de
claridad reflexionas: si en las décadas del sesenta y setenta, los indígenas fueron
alfabetizados por Escuelas Radiofónicas
Populares del Ecuador, proyecto impulsado por Leonidas Proaño, por qué, tú
que estudiaste a quien hizo patria en las alturas del Chimborazo, no podrás
conseguirlo con estas herramientas amigables. Total, solo tienes que seguir las
instrucciones del George. A propósito
del proceso de alfabetización en Ecuador, fueron tiempos difíciles en los que
la educación radiofónica les devolvió la
vista o les hizo crecer las piernas
a los indios a través de la lectura y de la escritura. Un receptor de radio,
una lámpara, el material del apoyo, la sala de la casa comunal, la sacristía o
cualquier rincón, fueron las aulas para impartir las primeras letras; y el respaldo
de los auxiliares educativos, de los encargados de producir los guiones (experiencia
cercana mi papá y mi mamá los hacían), carteles, guías de estudio, etc. Y lo
lograron.
-Y, podré también
hacerlo
Te cuestionas, la
calentura se te va; finalmente terminas la tarea, te das cuenta que también eres
uno de los indios pero en esta época y estás siendo alfabetizado digitalmente,
casi medio siglo después de que naciste; si no lo has notado ya sabes producir
vídeos, tienes destreza para seleccionar lecturas para los chicos, enlazas el
aula con las bases de datos, produces podcasts acordándote de tus inicios en la
radio, desempolvaste Freemind y Cmpas y no harás trampa con las láminas de ppt,
dedicándole la clase en el karaoke académico a tus alumnos; te mueves como pececillo
en el rio del YouTube, Anchor, Spotify, Audacity, Phtoscape; creaste tu blog;
eres diestro, ya abriste plaza e hiciste el paseíllo en la Monumental Raúl
Dávalos de Riobamba, dominas el capote, las banderillas y la muleta, entras a
matar y no pinchas hueso al bicho culicagado
Miura que te ha tocado, primero de tu lote, gracias a las clases de Zoom o
de Microsoft Teams; si estás dando la pinta de El July, El Fandi, Enrique
Ponce, Manzanares, Roca Rey.
Estás listo para
el Giro, para el Tour o para la Vuelta. Ya
eres todo un Richard Carapaz o un Nairo Quintana. Juegas tenis, nadie puede
devolver la bola de tu saque porque tienes la zurda de Nadal; jamás das ventaja como Djokovic o Federer.
Alfabetizado
digitalmente, ya no te paran. Te Quedaste en casa y valió la pena tu esfuerzo
pensando en los jóvenes que irán a tus cátedras.
(Propiedad de Julio Bravo Mancero)
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