lunes, 4 de mayo de 2020


En el quirófano

El feriado por el Día del Trabajo, Ecuador pasó con noticias provenientes de las universidades y escuelas politécnicas. Quizá quien lea la primera línea piense que luego de armar un gran equipo académico, con ingentes recursos invertidos, se logró el antídoto para controlar el Covid-19. Pero fue la otra cara de la moneda: ni el equipo, ni la cura. ¿De qué se informó entonces? De la reducción del presupuesto para la educación superior. Sí, reducción del dinero para formar profesionales con valor agregado y afrontar el presente, en medio de la emergencia.

Cuando los procesos de formación del personal dieron resultados y las primeras camadas de doctores y posdoctores llegaron al país, para reemplazar a los docentes extranjeros que aportaron en la academia; cuando los índices de investigación subieron, que eran el Talón de Aquiles, de los centros de educación superior; cuando el nivel mejoró y había estabilidad porque se comprendió, casa adentro, la importancia de unir esfuerzos para ser mejores, llega este golpe al descuido.
Sí, se comprende en la universidad ecuatoriana que la factura que ha pasado la pandemia a la economía nacional es muy alta, pero lo que no se entiende es por qué, la educación que se supone es uno de los sectores principales del país, es violentada de esta manera. Acaso en el gobierno ecuatoriano no hay docentes universitarios y politécnicos que cuando finalicen los encargos, que son momentáneos, deberán volver a las aulas y con qué cara llegarán, o ¿no regresarán?
A Leonidas Iza no se le ha visto estos días, y vaya que hace falta, para que preste sus tractores y les enseñe en el Ministerio de Finanzas a hacer bien las cuentas, como cuando les encaró en las negociaciones para levantar el paro indígena. Se extrañan otros tiempos de liderazgo, de un solo discurso; no se soporta afirmar una cosa y al día siguiente retractarse. Hacia dónde vamos: al quirófano. La Cirugía Mayor anunciada fue al sistema de educación de Ecuador, pero para extirparle sus recursos. 

sábado, 2 de mayo de 2020





Tri-victimización

Quizá habrán escuchado de la victimización, ser víctima una vez; re-victimización, ser víctima dos veces; pero quiero jugar desde mi rol de comunicador a la Tri-victimización y estrenar el término, para referirme a un hecho que, espero igual que a ustedes, motivó mi preocupación.
Antes de entrar en detalles, usaré dos ejemplos (tomados de los análisis discursivos de mi tesis doctoral) para que dimensionen un poco de lo que se trata, y luego iré al grano en tiempo de uso de productos perecibles: Uno, la revista Mensaje órgano de difusión de la Diócesis de Riobamba, edición 22/01/1956, relata la visita del gerente de La Cerámica, Emilio Giraldez (español) al obispo Leonidas Proaño para solicitarle una eucaristía porque no fueron mayores los daños a la planta, en el incendio del 2 de enero del mismo año; el representante legal además solicitó unas palabras de los obreros sobre doctrina social impulsada desde El Vaticano, por el Pontífice León XIII. El relato, escrito por el propio Proaño evidencia que después del acto religioso, Salvador Yumiquinga, el trabajador que se arriesgó para apagar el fuego recibió un cheque (no se cita el monto) como recompensa. Luego las relaciones entre el Gerente y el Prelado se harían más estrechas a tal punto que fue invitado a una mañana deportiva en la que departió con los obreros e incluso se organizó un centro cultural para la familia de la fábrica.
Dos, recuerda un dirigente sindical de la provincia (reservamos su nombre) que en la década del setenta dirigía La Cerámica, Abraham Romero Cabrera que, entre otros cargos fue Diputado, Alcalde, Ministro de Gobierno (…) Enfrentó una declaratoria de paro obrero por la solicitud de un incremento en el salario. También entró en escena el obispo Proaño, quien participó en el diálogo entre las partes. Lo que al inicio fue tensión, al fin alegría; se depusieron actitudes y el pedido de 10 sucres de aumento llegó a 20 sucres gracias a la solidaridad y al compromiso con los obreros.
Dos sucesos quizá insignificantes para ilustrar que cuando se quiere se puede obrar en beneficio de la mayoría, que son los trabajadores, con cuya labor también se aporta a la construcción de la empresa privada y a la consolidación de la economía.
¿Por qué, al inicio me referí a la Tri-victimización? Con el despido de decenas de trabajadores de La Cerámica, empresa que le ha dado mucho a Riobamba, se suceden tres formas de victimización: a) perder el empleo; b) recibir compasión en lugar de interceder para que la situación se enmiende; c) enfrentar el confinamiento por la pandemia ocasionada por el Covid-19, en el desempleo.
Es una Tri-victimización que requiere la mano solidaria de las autoridades nacionales para remediar la situación. Se entiende que la pandemia ha afectado también al sector empresarial privado, que no hay producción y tampoco exportaciones, pero tienen una base sólida que les hace soportar la crisis; los obreros solo dependen de su ingreso.
Es una invitación para meditar y enmendar.

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